jueves, 19 de abril de 2012

Leyendas del Mar Menor (2)


El mar que nadie nombraba

Hace miles de años había un trozo de mar al que nadie nombraba por temor. Por eso, la gente no sabía que existía. A lo largo de los años, algunos marineros aventureros quedaban atrapados en ese lugar y nadie más sabía de ellos.
Una vez, uno de ellos consiguió salir. Entonces dijo a la gente. Separemos el mar y pongamos algo que lo señale.
Hicieron una isla de tierra con forma de triángulo y un camino también de tierra para separar ese trozo misterioso.
Pensaron que donde las olas eran más fuertes tenía que llamarse Mar Mayor y donde el oleaje era más suave y había menos agua se llamaría Mar Menor.
Todos estuvieron de acuerdo y así fue como San Pedro del Pinatar se quedó con los dos mares para el que se quiera bañar.
Gracias a eso, San Pedro se conoce hoy como una zona de turismo por sus playas.
Adrián M.

La estrella y el caballito

Había una vez una estrella de mar y un caballito de mar que eran muy amigos. Estaban muy felices de vivir en el Mar Menor porque la gente no tiraba basura al mar, siempre tenían mucho espacio y era un sitio muy bueno para vivir… Pero un día escucharon que había una sabrosa comida atada en un hilo muy apetitosa. Muchos sabían que si te la comías morirías. Así que nadie se acercó excepto el caballito de mar. Nada más tocar la boca la comida, el hilo subió muy deprisa arrastrando al caballito.
La estrella rápidamente fue a rescatar a su amigo. Subió, lo pilló justo a tiempo
-          ¡Uffffff! -dijo el caballito de mar- ¡Por los pelos!
El pescador era un hombre. Entonces la estrella le dijo:
-          Aquí no pesques porque no hay peces, sólo estrellas, caballos y delfines. Vete a otro lado. Hay a millones.
El hombre le dijo que sí, que era verdad, que pescaba de todo menos peces. La estrella guió al pescador a un lugar donde había miles y miles de peces para que pudiera pescar alguno.
Y ella volvió con todos sus amigos del Mar Menor.
Andrea S.

El barco naufragado

Había una vez un barco que tardaron mil años en construirlo. Cuando salió al mar por primera vez, solo era para comprobar si estaba bien hecho y al parecer, sí funcionaba bien.
Ese barco se usaba para transportar telas y vasijas. Llevaban las telas y llenaban las vasijas de aceite y vino.
Los viajes eran muy largos y peligrosos. Temiendo a las tormentas, los temporales y los enemigos. Por eso iban cerca de la costa. Después de cincuenta años de viajar, al barco le sorprendió una gran tormenta cerca de la playa de las Salinas. El barco se hundió y todas las vasijas se rompieron y quedaron en el fondo del mar.
Muchos años después los buceadores que van al fondo del mar por ese lugar, encuentran trozos de las vasijas, restos de lámparas antiguas, monedas y pedazos de los barcos.
Esos trozos que se encuentran los buceadores se los entregan a gente especializada en montarlos y los llevan a los museos para que hoy los conozcamos.
En San Pedro hay uno.
Rocío

El Mar sin miedo.

Érase una vez un dios llamado Zeus, estaba pensando en que las personas se pudieran bañar sin miedo y entonces creó ¡el Mar Menor!
Y las  personas vieron el Mar Menor y se bañaron un montón de veces. En invierno, menos.
Lucía

La sirena y las vasijas del Mar Menor
Cuenta una leyenda que antiguamente había en Murcia un pinar que unía a varios pueblos y escondía el mar más grande de España. No se sabe por qué a ese mar lo llamaban el “Mar Menor”. Decían que el agua era dulce y mágica. Si una mujer se cubría con sus aguas se convertiría en sirena.
Un día, una muchacha que no sabía esta historia se zambulló y, como decía la leyenda, se convirtió en sirena. Descubrió un pueblo bajo el Mar Menor poblado por sirenas. La muchacha recorrió el mar por todos sus rincones y encontró un barco con vasijas de barro. Quién sabe para qué hicieron esas vasijas, en el pueblo sireno lo usaban para hacer la comida.
Con el paso del tiempo, los pueblos iban creciendo y el pinar disminuyendo. El agua se convirtió en salada. Perdió su magia. No había nuevos sirenos ni sirenas. Las vasijas del mar dejaron de ser de barro antiguas. Cada vez había más y más. De cristal, de plástico…
La sirena en lugar de recogerlas, ahora las entregaba a los humanos para que las usaran para sus necesidades, la leche, el aceite, la basura…
Con las más antiguas, las fenicias y romanas, se inventó lo de hacer un museo. Esa idea la tuvo sobre el año 1900.
Desde el año 2000 nadie la ha vuelto a ver aunque dicen que sigue en el fondo del mar porque las sirenas no se hacen viejas si están en tu imaginación.
Julia

Cuando nació la playa de Murcia

 
Hace mucho tiempo la gente de Murcia lloraba porque no tenía una playa. En particular algunos pensaban que no había porque nunca llovió lo suficiente, otros porque hacía mucho viento y secaba todo… El caso es que debajo de la tierra sólo encontraban más tierra y raíces secas.  Todos estaban muy tristes. Pero un niño tuvo una idea y la idea era escribirle una carta a Neptuno. Cuando se la enviaron, pasó un tiempo sin que ocurriera nada y volvieron a entristecerse otra vez.
Pero, de pronto, surgió un terremoto y empezó a salir agua y arena mojada. Ese día montaron la primera fiesta en la playa y todos los días de verano estamos yendo a esa playa desde entonces.
Juan


La sirena

Un hombre solía bañarse todos los días en el mar Menor. Aunque fuera invierno se bañaba. Le daba igual, decía que era muy bueno para la piel.
Un día se fue temprano extendió la toalla, dejó sus zapatos y se quitó la camiseta, se metió poco a poco en el agua porque acababa de desayunar cuando se metió le hicieron cosquillas en los pies. Pensaba que era una medusa. Corriendo se salió del agua y se fue a su casa a contárselo a su mujer. Su mujer le dijo:
-          Tú estás loco. ¿Cómo va a ser una medusa? Te hubiera dado un calambre.
El hombre se quedó pensativo durante un rato y se fue a descansar.
Todos los días que iba a la playa le pasaba lo mismo hasta que un día se sentó en la arena y vio a lo lejos una cola de sirena y le guardó el secreto a la sirena y es el único hombre que lo sabe.

Andrea S.


Erase una vez la hermosísima diosa del agua que habitaba en su palacio de cristal del Mar Menor. Pero era una diosa cruel y egoísta pues lo único que la alegraba era el primer amor de los muchachos.
Se cuenta que un día vio llegar a la costa del lago, que era entonces de agua dulce, a un príncipe mal herido en la guerra. Tristemente le sonrió a la diosa, lamentando no poder sobrevivir para admirar su hermosura.
Ella se quedó aturdida. Por primera vez vio el amor. Pero pronto sucumbió a la desesperación al comprender el destino de su amada. El cristalino espejo del agua se quebró. Un trueno, como un largo lamento, estremeció el cielo y las nubes lloraron con su diosa.
El mar se convirtió en un furioso caos durante un día y una noche. Al amanecer, el joven se encontró en la playa. Sus heridas se habían curado y al abrir los ojos vio que la playa era blanca y las aguas se habían vuelto turbias y saladas. El joven recordó a la hermosa mujer que le acariciaba cuando se le iban cerrando los ojos. Ahora se sentía sano y sus nervios tensos estaban sedientos de algo.
Comenzó a avanzar por el agua, alejándose cada vez más de la costa como si algo lo impulsara. Cuando el agua cubrió su cintura, comenzó a nadar. No, no nadaba. Flotaba simplemente. Era como si unos brazos femeninos le acariciaran el alma con dulzura. Y siguió así hasta que un tenue rayo rosado del amanecer lo fue transformando en el grácil flamenco, guardián eterno del amor de la diosa del mar. Desde entonces las aguas del Mar Menor son curativas, amorosamente curativas.
Darina

Por la zona sur del Mar Menor, junto a la isla Rondeña, la parte más profunda de toda la salada laguna, hay un avión sumergido todo cubierto de algas y rocáceos caracolillos blancos. Tiene su piloto a los mandos, ya convertido en una calavera cubierta de un casquete de cuero y gafas alzadas. Los peces de profundidad y las medusas blancas pululan silenciosos en torno al aeroplano. Y todo parece a la espera de la orden de despegar para surcar de nuevo los aires buscando un destino de tierra que ya nunca tendrá.
(Leyenda encontrada por Fernando)


El barco pirata y el gran tesoro hundido del Mar Menor

Cuenta una leyenda hace muchos años en San Pedro del Pinatar había un mar que se llamaba Mar Menor. Decían que había dentro un barco pirata y un gran tesoro perdido por eso lo llamaban “El gran Mar perdido” porque había un barco y un gran tesoro perdido. Ahora, en el 2012, dicen que el que lo encuentre sería más que millonario.
Julia

El barco pirata abandonado

Hace muchos años, en el siglo XVII, se contaba que existía un barco pirata abandonado y esos piratas eran muy malos. Nadie se atrevía a acercarse ni tocar el barco. Pero un día un caballero dijo:
-          Yo os salvaré de ese barco.
Pero todos le dijeron que no lo hiciera pero él se fue, los piratas despertaron pero el caballero los mató, los arrojó al agua y el barco ya no estaba ni abandonado ni lleno de piratas. Sin embargo, diez días después los piratas volvieron a la orilla, pero estaban tan agotados que unos murieron y otros se fueron. Nadie más supo de ellos.
Niia

El mar enamorado

Erase una vez un hombre y una mujer que estaban casados y el hombre le dijo que se iba a pescar y que le esperase en la orilla de la playa. Y el Mar estaba enamorado de la mujer y como el hombre se había ido a pescar, el Mar estaba pensando en matarlo y le envió unas olas enormes. El hombre y el barco luchaban contra el mar. El hombre no pudo más y se ahogó. La mujer estaba esperándole en la orilla. Mirando al mar a ver si llegaba. Cada vez más preocupada hasta que pensó que se había muerto.
Lucía

La sirena que no tenía amigos

Erase una vez una sirena que vivía en el mar menor y no tenía amigos así que buscó un pez que se llamaba Flandes y se hicieron amigos. Jugaron un montón. El padre de la sirena se enfadó porque no quería que la sirena tuviera amigos tan raros. La sirena, como no encontraba amigos en el Mar Menor se fue al Mar Mediterráneo.
Lucía

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