El mar que nadie nombraba
Hace miles de años había un trozo
de mar al que nadie nombraba por temor. Por eso, la gente no sabía que existía.
A lo largo de los años, algunos marineros aventureros quedaban atrapados en ese
lugar y nadie más sabía de ellos.
Una vez, uno de ellos consiguió
salir. Entonces dijo a la gente. Separemos el mar y pongamos algo que lo
señale.
Hicieron una isla de tierra con
forma de triángulo y un camino también de tierra para separar ese trozo
misterioso.
Pensaron que donde las olas eran
más fuertes tenía que llamarse Mar Mayor y donde el oleaje era más suave y había
menos agua se llamaría Mar Menor.
Todos estuvieron de acuerdo y así
fue como San Pedro del Pinatar se quedó con los dos mares para el que se quiera
bañar.
Gracias a eso, San Pedro se
conoce hoy como una zona de turismo por sus playas.
Adrián M.
La estrella y el caballito
Había una vez una estrella de mar
y un caballito de mar que eran muy amigos. Estaban muy felices de vivir en el
Mar Menor porque la gente no tiraba basura al mar, siempre tenían mucho espacio
y era un sitio muy bueno para vivir… Pero un día escucharon que había una
sabrosa comida atada en un hilo muy apetitosa. Muchos sabían que si te la comías
morirías. Así que nadie se acercó excepto el caballito de mar. Nada más tocar
la boca la comida, el hilo subió muy deprisa arrastrando al caballito.
La estrella rápidamente fue a
rescatar a su amigo. Subió, lo pilló justo a tiempo
-
¡Uffffff! -dijo el caballito de mar- ¡Por los pelos!
El pescador era un hombre.
Entonces la estrella le dijo:
-
Aquí no pesques porque no hay peces, sólo estrellas,
caballos y delfines. Vete a otro lado. Hay a millones.
El hombre le dijo que sí, que era
verdad, que pescaba de todo menos peces. La estrella guió al pescador a un
lugar donde había miles y miles de peces para que pudiera pescar alguno.
Y ella volvió con todos sus
amigos del Mar Menor.
Andrea S.
El barco naufragado
Había una vez un barco que
tardaron mil años en construirlo. Cuando salió al mar por primera vez, solo era
para comprobar si estaba bien hecho y al parecer, sí funcionaba bien.
Ese barco se usaba para
transportar telas y vasijas. Llevaban las telas y llenaban las vasijas de
aceite y vino.
Los viajes eran muy largos y
peligrosos. Temiendo a las tormentas, los temporales y los enemigos. Por eso
iban cerca de la costa. Después de cincuenta años de viajar, al barco le
sorprendió una gran tormenta cerca de la playa de las Salinas. El barco se
hundió y todas las vasijas se rompieron y quedaron en el fondo del mar.
Muchos años después los
buceadores que van al fondo del mar por ese lugar, encuentran trozos de las
vasijas, restos de lámparas antiguas, monedas y pedazos de los barcos.
Esos trozos que se encuentran los
buceadores se los entregan a gente especializada en montarlos y los llevan a
los museos para que hoy los conozcamos.
En San Pedro hay uno.
Rocío
El Mar sin miedo.
Érase una vez un dios llamado
Zeus, estaba pensando en que las personas se pudieran bañar sin miedo y
entonces creó ¡el Mar Menor!
Y las personas vieron el Mar Menor y se bañaron un
montón de veces. En invierno, menos.
Lucía
La sirena y las vasijas del Mar
Menor
Cuenta una leyenda que
antiguamente había en Murcia un pinar que unía a varios pueblos y escondía el
mar más grande de España. No se sabe por qué a ese mar lo llamaban el “Mar
Menor”. Decían que el agua era dulce y mágica. Si una mujer se cubría con sus
aguas se convertiría en sirena.
Un día, una muchacha que no sabía
esta historia se zambulló y, como decía la leyenda, se convirtió en sirena. Descubrió
un pueblo bajo el Mar Menor poblado por sirenas. La muchacha recorrió el mar
por todos sus rincones y encontró un barco con vasijas de barro. Quién sabe
para qué hicieron esas vasijas, en el pueblo sireno lo usaban para hacer la
comida.
Con el paso del tiempo, los
pueblos iban creciendo y el pinar disminuyendo. El agua se convirtió en salada.
Perdió su magia. No había nuevos sirenos ni sirenas. Las vasijas del mar
dejaron de ser de barro antiguas. Cada vez había más y más. De cristal, de plástico…
La sirena en lugar de recogerlas,
ahora las entregaba a los humanos para que las usaran para sus necesidades, la
leche, el aceite, la basura…
Con las más antiguas, las
fenicias y romanas, se inventó lo de hacer un museo. Esa idea la tuvo sobre el
año 1900.
Desde el año 2000 nadie la ha
vuelto a ver aunque dicen que sigue en el fondo del mar porque las sirenas no
se hacen viejas si están en tu imaginación.
Julia
Cuando nació la playa de Murcia
Hace mucho tiempo la gente de
Murcia lloraba porque no tenía una playa. En particular algunos pensaban que no
había porque nunca llovió lo suficiente, otros porque hacía mucho viento y
secaba todo… El caso es que debajo de la tierra sólo encontraban más tierra y
raíces secas. Todos estaban muy tristes.
Pero un niño tuvo una idea y la idea era escribirle una carta a Neptuno. Cuando
se la enviaron, pasó un tiempo sin que ocurriera nada y volvieron a
entristecerse otra vez.
Pero, de pronto, surgió un
terremoto y empezó a salir agua y arena mojada. Ese día montaron la primera
fiesta en la playa y todos los días de verano estamos yendo a esa playa desde
entonces.
Juan
La sirena
Un hombre solía bañarse todos los
días en el mar Menor. Aunque fuera invierno se bañaba. Le daba igual, decía que
era muy bueno para la piel.
Un día se fue temprano extendió
la toalla, dejó sus zapatos y se quitó la camiseta, se metió poco a poco en el
agua porque acababa de desayunar cuando se metió le hicieron cosquillas en los
pies. Pensaba que era una medusa. Corriendo se salió del agua y se fue a su
casa a contárselo a su mujer. Su mujer le dijo:
-
Tú estás loco. ¿Cómo va a ser una medusa? Te hubiera
dado un calambre.
El hombre se quedó pensativo
durante un rato y se fue a descansar.
Todos los días que iba a la playa
le pasaba lo mismo hasta que un día se sentó en la arena y vio a lo lejos una
cola de sirena y le guardó el secreto a la sirena y es el único hombre que lo
sabe.
Andrea
S.
Erase una vez la hermosísima diosa del agua
que habitaba en su palacio de cristal del Mar Menor. Pero era una diosa cruel y
egoísta pues lo único que la alegraba era el primer amor de los
muchachos.
Se cuenta que un día vio llegar a
la costa del lago, que era entonces de agua dulce, a un príncipe mal herido en
la guerra. Tristemente le sonrió a la diosa, lamentando no poder sobrevivir
para admirar su hermosura.
Ella se quedó aturdida. Por
primera vez vio el amor. Pero pronto sucumbió a la desesperación al comprender
el destino de su amada. El cristalino espejo del agua se quebró. Un trueno,
como un largo lamento, estremeció el cielo y las nubes lloraron con su diosa.
El mar se convirtió en un furioso
caos durante un día y una noche. Al amanecer, el joven se encontró en la playa.
Sus heridas se habían curado y al abrir los ojos vio que la playa era blanca y
las aguas se habían vuelto turbias y saladas. El joven recordó a la hermosa
mujer que le acariciaba cuando se le iban cerrando los ojos. Ahora se sentía
sano y sus nervios tensos estaban sedientos de algo.
Comenzó a avanzar por el agua,
alejándose cada vez más de la costa como si algo lo impulsara. Cuando el agua
cubrió su cintura, comenzó a nadar. No, no nadaba. Flotaba simplemente. Era como
si unos brazos femeninos le acariciaran el alma con dulzura. Y siguió así hasta
que un tenue rayo rosado del amanecer lo fue transformando en el grácil
flamenco, guardián eterno del amor de la diosa del mar. Desde entonces las
aguas del Mar Menor son curativas, amorosamente curativas.
Darina
Por la zona sur del Mar Menor,
junto a la isla Rondeña, la parte más profunda de toda la salada laguna, hay un
avión sumergido todo cubierto de algas y rocáceos caracolillos blancos. Tiene su
piloto a los mandos, ya convertido en una calavera cubierta de un casquete de
cuero y gafas alzadas. Los peces de profundidad y las medusas blancas pululan
silenciosos en torno al aeroplano. Y todo parece a la espera de la orden de
despegar para surcar de nuevo los aires buscando un destino de tierra que ya
nunca tendrá.
(Leyenda encontrada por
Fernando)
El
barco pirata y el gran tesoro hundido del Mar Menor
Cuenta
una leyenda hace muchos años en San Pedro del Pinatar había un mar que se
llamaba Mar Menor. Decían que había dentro un barco pirata y un gran tesoro
perdido por eso lo llamaban “El gran Mar perdido” porque había un barco y un
gran tesoro perdido. Ahora, en el 2012, dicen que el que lo encuentre sería más
que millonario.
Julia
El
barco pirata abandonado
Hace
muchos años, en el siglo XVII, se contaba que existía un barco pirata
abandonado y esos piratas eran muy malos. Nadie se atrevía a acercarse ni tocar
el barco. Pero un día un caballero dijo:
-
Yo os salvaré de ese barco.
Pero
todos le dijeron que no lo hiciera pero él se fue, los piratas despertaron pero
el caballero los mató, los arrojó al agua y el barco ya no estaba ni abandonado
ni lleno de piratas. Sin embargo, diez días después los piratas volvieron a la
orilla, pero estaban tan agotados que unos murieron y otros se fueron. Nadie
más supo de ellos.
Niia
El mar
enamorado
Erase
una vez un hombre y una mujer que estaban casados y el hombre le dijo que se
iba a pescar y que le esperase en la orilla de la playa. Y el Mar estaba
enamorado de la mujer y como el hombre se había ido a pescar, el Mar estaba
pensando en matarlo y le envió unas olas enormes. El hombre y el barco luchaban
contra el mar. El hombre no pudo más y se ahogó. La mujer estaba esperándole en
la orilla. Mirando al mar a ver si llegaba. Cada vez más preocupada hasta que
pensó que se había muerto.
Lucía
La sirena que no tenía amigos
Erase
una vez una sirena que vivía en el mar menor y no tenía amigos así que buscó un
pez que se llamaba Flandes y se hicieron amigos. Jugaron un montón. El padre de
la sirena se enfadó porque no quería que la sirena tuviera amigos tan raros. La
sirena, como no encontraba amigos en el Mar Menor se fue al Mar Mediterráneo.
Lucía
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